Explorando las Profundidades del Xinantécatl: Un Viaje a las Aguas del Nevado de Toluca
El nombre Xinantécatl, que se traduce como “anciano desnudo”, adquiere vida en el majestuoso volcán Nevado de Toluca. Este coloso, ubicado a 22 kilómetros de la ciudad de Toluca, entre los valles de Toluca y de Tenango, se alza a 4,645 metros sobre el nivel del mar, con su cráter situado a 4,200 metros. Este emblemático lugar no solo es un ícono geográfico, sino también un santuario cargado de recuerdos para muchos buzos veteranos.
Un Recorrido por las Aguas del Tiempo: Historia y Desafíos
Desde tiempos inmemoriales, el Nevado ha sido un imán para alpinistas y aquellos que buscan caminar sobre sus faldas. A partir de la década de los sesenta, este imponente volcán se convirtió en el escenario de un desafío único: bucear en el lugar de los dioses, donde convergen la historia geológica regional, el México prehispánico y las complejidades técnicas del buceo en altitud.
En el corazón del cráter, el Nevado alberga dos lagunas cristalinas: La Laguna del Sol y La Laguna de la Luna. Estas lagunas fueron veneradas por antiguos habitantes, especialmente los matlazincas. Desde los primeros buceos, se descubrieron ofrendas como conos de copal, cerámica y rayos ceremoniales de madera.
Relatos de Tesoros Hundidos y Desafíos Altitudinales
Se cuenta que en los años treinta, Maximino Ávila Camacho sumergió en la Laguna del Sol el tesoro del Vita, un barco que transportaba las posesiones de refugiados españoles a México. Durante mucho tiempo, un pelotón de soldados fundió oro en la laguna, dejando atrás maquinaria de relojes que hoy forman parte de colecciones privadas.
Durante cinco décadas, el Nevado atrajo a buceadores experimentados, investigadores y científicos. Bucear en estas aguas no era tarea fácil. Además del agua gélida, que oscila entre 4 y 10°C, el ascenso al cráter a través de un angosto camino rodeado de abismos añadía su propia dosis de desafíos.
Desafíos Fisiológicos y Técnicos: Buceo en Altitud
La altitud del Nevado imponía cambios fisiológicos significativos en los buceadores. La falta de oxígeno, evidente desde el albergue, generaba mal de montaña y fatiga. La presión atmosférica del lugar, alrededor de 0.6 bares, complicaba aún más las cosas. Bucear con aire a una presión superior a un bar podía resultar en pérdida de conocimiento al ascender abruptamente.
La relación entre profundidad, presión y temperatura del agua también planteaba desafíos. La baja presión atmosférica multiplicaba la presión al descender cada seis metros, haciendo que seis metros en el Nevado equivalieran a diez al nivel del mar. Los buceadores debían ajustar las tablas y utilizar dispositivos adaptados a la altitud.
El Ritual del Buceo: Ceremonia en las Aguas de los Dioses
Bucear en el Nevado no era simplemente una actividad, sino un ritual. La aclimatación previa en el albergue alpino, la caminata por el bosque, y el deleite de la cecina y la sopa de hongos preparadas por los ejidatarios, eran parte de la experiencia. Dormir en el aire delgado nos sumía en la fatiga, y el baño con agua de deshielo por la mañana preparaba al cuerpo para la inmersión.
La hora ideal para sumergirse en las lagunas, La del Sol y La de la Luna, era al mediodía, con algo de sol. Sin embargo, la niebla, las nubes cercanas y las repentinas tormentas de nieve no eran raros. A pesar de los desafíos climáticos, cada buceo era un encuentro con la magia de las lagunas de montaña.
Despedida del Buceo en el Nevado: Una Pérdida Irreparable
El destino del Nevado tomó un giro triste. Después de más de medio siglo de saqueo, el INAH declaró el lugar como un sitio arqueológico, prohibiendo el buceo en las lagunas y cerrando el acceso al cráter. Esta restricción representa una pérdida significativa para la comunidad de buceo, así como la preservación de un tesoro arqueológico.
Aunque ya no podemos sumergirnos en las aguas del Nevado, el recuerdo de esas experiencias perdura. La esperanza aguarda en algún futuro donde se levante la prohibición y se restaure el acceso a estas hermosas lagunas. Hasta entonces, recordamos con nostalgia y reverencia el tiempo que pasamos buceando en El Lugar de los Dioses, en las profundidades del Xinantécatl.