¿ES POSIBLE CUMPLIR CON LA NOM 035 EN TIEMPOS DE COVID?

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Cuando alguien pensó que había que atender la salud emocional de los empleados y con gran visión y responsabilidad diseñó la Nom 035, pensaba en mejorar las condiciones de trabajo, disminuir el estrés en las organizaciones,  cuidar a aquellos que habían sufrido algún tipo de trauma, y generar ambientes armónicos, propicios para la salud física y mental.

 
Jamás se imaginó que tan solo unos meses después, estallaría esta locura que estamos viviendo y que puso al mundo en un caos sin precedentes por su dimensión global, su velocidad de contagio y su agresividad.
 
Lo que antes eran casos de excepción, se volverán la regla general; ¿quién estará libre del “estrés post traumático?; ¿quién podrá argumentar que no sufrió algún tipo de desgaste físico y emocional? (aún considerando el segmento que habrá transitado sin sufrir contagio personal).
 
Hoy y más aún mañana, todos los habitantes del planeta somos sujetos pasivos de la citada Nom 035. No hay forma de haberse mantenido al margen; todos hemos estado expuestos a un bombardeo mediático, a teorías de conspiración, a amenazas reales o imaginarias; hemos visto al “otro”, como un potencial foco de contagio y por tanto alguien que puede arrebatarme la salud, la paz, la vida.
 
Este cambio de escenario nos coloca a todos en el mismo plano; a pesar de que cada cual estará viviéndolo a su modo, con más o menos recursos para enfrentarlo, la realidad es que para todos ha representado un punto de quiebre y debemos tener la humildad de admitirlo.
 
Gates habla de una guerra mundial donde por primera vez todos estamos del mismo lado…
 
No puedo imaginar un escenario más adecuado para ejercitar lo que Fred Kofman llama la “Maestría Emocional”; que implica plena conciencia de sí mismo, de los otros y del entorno.
 Este es el momento para desarrollar esa competencia que está compuesta por humildad, resiliencia, empatía, compasión, aceptación, apertura e integridad.
 
Las organizaciones enteras habrán de poner su foco de atención en esa competencia, que si antes parecía un lujo, a partir de ahora será el cimiento para poder construir entidades sanas y con capacidad de adaptación y sobrevivencia.
 
Ya no habrá que aplicar cuestionarios para detectar esos casos aislados que sabíamos existían entremezclados en la operación cotidiana; ahora deberemos asumir que todos estamos ahí, y por tanto, habrá que hacernos cargo y emprender un proceso consciente, sistemático, y explícito.
 
Todos seremos convalecientes de este fenómeno que marcará al 2020 y a mi juicio, será la oportunidad perfecta para adaptar la capacitación empresarial  y orientarla a generar una nueva cultura de solidaridad y empatía, que nos permita descubrir el aspecto humano de todos los colaboradores y establecer nuevas formas de relacionarnos.
 
Ese es el reto y la obligación. 
 
Esta guerra mundial o la ganamos todos o la perdemos todos.
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