¿Sabes que no podemos estar sin ninguna emoción?

Siempre, en todo momento nos habita una emoción.
La secuencia entre un impulso y nuestra reacción es la siguiente:
Impulso / Interpretación / emoción / reacción………..
La buena noticia es que no somos meros vehículos de transmisión; las neurociencias han demostrado que las emociones son el resultado de complejos procesos físicos, eléctricos, químicos, biológicos, neurológicos, que se generan mediante la secreción de hormonas, líquidos y fluidos. A su vez, detonan reacciones en cadena, conexiones y procesos que se traducen en instrucciones e impulsos, manifestándose en acciones y reacciones, mediante las cuales nos comunicamos y relacionamos con el entorno y desde luego con los demás.
Este maravilloso y complejo mecanismo guarda aún muchos secretos, sin embargo hoy sabemos que podemos incidir sobre el.
La puerta de entrada es el llamado “Botón de Pausa”. Si soy capaz de detenerme antes de reaccionar y generar una interpretación diferente ante el impulso, podré entonces generar una reacción distinta, matizada, construida con otros insumos como la tolerancia, la paciencia, la amabilidad o la experiencia, el instinto de conservación, el compromiso con un objetivo, mis valores, mis modelos mentales, etc.
Octavio Paz ponderaba el arrebato pasional sometido a la inteligencia humana……………
La maestría emocional se desarrolla y parte de la conciencia de mis emociones; si soy capaz de darme cuenta que algo está sucediendo en mí y de intervenir en el proceso para lograr una reacción matizada, más conveniente y funcional, podré aspirar a lograr resultados de un nivel superior a los que obtendría de reaccionar visceralmente.
Si logro desarrollar esta habilidad, conciencia / control en mí, es probable que pueda comenzar a percibir lo mismo en los demás.
¿Te imaginas integrar la “maestría emocional en el mundo empresarial? El trabajo en equipo basa gran parte de su buen funcionamiento en el adecuado manejo de las emociones, como todas las relaciones interpersonales del ser humano. La integración de grupos de trabajo va más allá del aspecto profesional, requiere sensibilidad ante factores tan esenciales como la conciencia de sí mismo.
¿Qué distintas serían nuestras relaciones si tuviésemos el cuidado de percibir lo que le sucede a los demás y , más aún, lo que generamos en los otros, con nuestras acciones, conversaciones o con nuestra sola presencia?.
De igual modo podemos incidir en el impulso, evitar una debacle emocional y reenfocar nuestras conversaciones e interacciones. Si tan solo tuviésemos la capacidad de percibir, entender y respetar el proceso emocional interno de nuestro interlocutor.
Hay conversaciones que construyen, que generan paz, confianza y armonía, posibilitando fluir y coordinar acciones con los demás. Un coaching de equipos busca una comunicación de calidad y no de niveles jerárquicos.
En el otro extremo todos hemos experimentado conversaciones tóxicas, que se descarrilan, que generan emociones negativas tanto en nosotros, como en los demás, que destilan violencia y distanciamiento.
Puedo asegurar que la causa fundamental es la inatención al proceso emocional propio y al de los demás.
Es por ello que proclamamos la conveniencia de entrenar y desarrollar la conciencia y la destreza conversacional, así como la gestión emocional. Desde ahí podemos pensar, expresar, escuchar, negociar, disentir, indagar, reconsiderar, convencer, ser convencidos, cocrear, abrir el horizonte a posibilidades infinitas.
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