¿Cómo crear valor en la empresa?

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La creación de valor de una empresa, una marca o un servicio, es el fin último a lo largo de una red intrincada de valores que bien engranados proporcionan todo un soporte que para el cliente o usuario se traduce en una garantía. Esta garantía es la clave para mantener la preferencia dentro de un mercado y, de acuerdo a las más recientes tendencias, no se busca ser el mejor, pues la demanda es basta y resulta difícil, sino el único. Aquí parece haber una contradicción, pues pareciera que no se puede ser el único cuando se tiene una amplia oferta. Esto último tiene que adaptarse a cada organización considerando: el tamaño de la empresa, los objetivos y los recursos con los que cuenta, además debe tomarse en cuenta la competencia cercana que existe.

La cadena está compuesta por eslabones que se necesitan entre sí. Uno de ellos es una de las bases para el funcionamiento y evolución, hablamos del factor humano, los colaboradores que dotan de vitalidad a la estructura. Es de este eslabón de donde surgen nuevas ideas que nutren u optimizan procesos y la creación de nuevos productos o servicios. Los equipos de trabajo que generan nuevas formas de organización se encuentran más cercanos a las posiciones más altas del organigrama, pero no por ello debe pensarse que otras áreas no puedan llegar a transformar a la organización. Cada área y equipo de trabajo debe recibir una capacitación adecuada a sus actividades, debido a que es el conjunto de las mismas la que forma al todo, y no sólo una de ellas.

Una de las estrategias que procuran mantener a los colaboradores en constante crecimiento es la cultura del aprendizaje. Esta cultura es el conjunto de conocimientos adquiridos a través de la capacitación constante y del propio trabajo, además, cualquier miembro puede desarrollarlo. Pese a que el trabajo que se realice dentro de la cadena que conduce al producto final parezca pequeño, el conocimiento sobre otras funciones o áreas puede facilitar el trabajo y en ocasiones la posibilidad para un acenso. Este último no debe ser la única motivación, sino la de aprender para saber. Ese saber, aunque con un valor en sí mismo, desencadenará beneficios que son reflejados pronto a nivel general.

Cuando los colaboradores independientemente de la labor que desarrollan conocen el funcionamiento y el valor de la empresa a nivel general y, poseen conocimientos particulares de áreas diferentes a la que pertenecen, los clientes lo perciben y genera mayor confianza para preferir cierto producto o servicio frente a otros. Por ejemplo, cuando uno asiste a un café y se le pregunta al mesero por el origen del grano y la calidad de éste, siempre dará buena impresión que conozca la cadena de producción hasta antes de llegar servido a la mesa, aunque su trabajo sólo sea llevar el servicio y mantener satisfecho al cliente. Quiere decir que conoce lo que está ofreciendo y puede explicar la diferencia frente a otros productos. En estas situaciones la probabilidad de que el comensal regrese será alta.

La capacitación empresarial constante, la integración a los diferentes equipos de la organización y el conocimiento de lo que se hace, generan en el colaborador un sentido de pertenencia y los niveles de compromiso hacia su trabajo se ven reflejados en resultados. Con el tiempo comienzan a desarrollarse ventajas que facilitarán el posicionarse frente a la competencia y, lo que en un principio era desconocimiento sobre el trabajo del resto de las unidades de trabajo, se convierte en una fortaleza que es premiada por los clientes.

 

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