¡Coaching en tiempos de confinamiento!

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¿Cómo el coaching puede aportar su máximo valor en tiempos de crisis?

Hay una consigna que dice que la necesidad del Coaching aparece cuando algo o alguien se topa con un escenario que le impide fluir adecuadamente.

 
El coach se aboca entonces a apoyar al coachee a descubrir y entender que hay debajo de la superficie, que provoca esa disrupción y aparente pérdida de sentido.
 
La fluidez, al fin de cuentas es sinónimo de armonía; significa que el conjunto de elementos significativos para el sujeto están en su lugar y cumpliendo su función; eso da una impresión de orden y concierto; cada parte de ese todo (sistema) soporta y encuentra soporte en las demás.
 
Todo fluye, avanza, con rumbo aparentemente cierto, y en búsqueda de un equilibrio que se rompe y reconstituye constantemente, (como el caminar).
 
Esta es la vida, el movimiento; implica que se tenga un sentido, que asimismo se reinventa y reconstituye contínua, eternamente.
 
Un “quiebre”, una interrupción del fluir genera una crisis, que convoca y reta a la razón; desencadena una batalla interna; si la pieza colapsada era estructural, la alarma es mayúscula; compromete al sistema como un todo.
Es preciso replantearlo y encontrar nuevos asideros que regresen la solidez y funcionalidad perdidas.
 
Se impone aceptar que lo que se fue, podía hacerlo, sin llevarse todo; que si bien era importante, no era imprescindible, que la relevancia clave era tan solo un juicio, una elección.
 
¿Qué pasa entonces cuando la fluidez se interrumpe de golpe?, por decreto de un factor invisible, que pone al sistema global en entredicho y de rodillas.
Cuando el enemigo es invisible, microscópico, cuyos efectos cobran dimensiones desmesuradas ante la falta de entendimiento y de información.
 
Es algo nunca visto. Buscamos equipararlo a pandemias pasadas; establecemos similitudes, parámetros, constantes; cada 100 años aparece algo así y sacude a la humanidad (fiebres, gripes, pestes, viruelas, cóleras etc). La verdad es que la velocidad de propagación en un mundo mucho más global que nunca, hace de este bicho el más letal y siniestramente efectivo de todos los tiempos.
 
Si lo dicho arriba es válido, el planeta entero está urgido de un coach, que le permita gestionar de la mejor manera esta crisis que no sólo frenó la fluidez, sino reventó la economía mundial, las actividades culturales , sociales, productivas o no, los desplazamientos a cualquier distancia; nos confinó, separó familias, colapsó sistemas hospitalarios, replanteó prioridades, está quebrando empresas, bancos y redes mundiales, y amenaza con quedarse como nuevo emperador, imponiendo sus tributos, leyes y condiciones.
 
El “quiebre ” es mayúsculo, y el supuesto coach debería plantear las siguientes preguntas.
 
¿Para qué está sucediendo esto?
¿Qué hicimos para propiciarlo?
¿Pudimos haber hecho algo para impedirlo?
¿Que deberemos cambiar?
¿Tengo algo de responsabilidad?
¿Puedo contribuir como individuo, como líder, como equipo a construir una salida honorable, digna y sustentable?
¿Cuáles tendrán que ser las bases de una nueva realidad y que papel me toca jugar en su diseño y puesta en marcha?
¿Qué sí está en tus manos aportar?
¿Cuál es el aprendizaje que no puedo perder?

 

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