Tres grandes retos que debe enfrentar la empresa después de una crisis

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Mi padre solía decir: es más fácil construir un barco nuevo, que poner a flote uno hundido

Crecí con esa consigna, que me ha acompañado desde mi más tierna infancia.

Tiene que ver, sobre todo con aprender a “soltar”. Efectivamente en mi mente de niño, me imaginaba intentando rescatar un barco incrustado en el fango del fondo marino, abrazado por algas y en proceso de convertirse en arrecife por la voracidad de la flora y fauna marina.

Me veía convertido en buzo, colocando globos de rescate, cuerdas, cadenas y poleas y enfrentando la frustración al ver los restos esparcidos, el casco fracturado y enterrado.

Otra imagen que viene a mi mente es la de Aarón Ralston, atleta y montañista norteamericano, quien en el 2003, en una expedición en solitario a los cañones de Utah, descendiendo a una grieta de roca caliza resbaló y en su caída hizo rodar una enorme piedra que le prensó el brazo derecho contra la pared.

Hizo todo lo posible por liberarse, apelando a sus artes de montañista, hasta que, después de 127 horas optó por la única salida que podría salvarle la vida…cortar el brazo atrapado a la altura del codo.

Era la única opción viable; contaba con cuerdas, su equipo de montaña, una botella de bebida energética y una navaja con poco filo.

Intentó todo lo que estaba a su alcance, sabiendo que por su ubicación nadie vendría en su ayuda.

Podemos imaginar el proceso mental que fue desarrollándose en su cabeza, presionado por el dolor, la pérdida de sangre y el inminente desvanecimiento por debilidad, estrés, hambre y deshidratación.

En la película que lleva por nombre la duración de su odisea:” 127 horas”, tenemos la oportunidad de acompañarlo en las etapas por las que transitó para la gestión de su propia crisis:

  • Caída
  • Su encuentro con la roca
  • Brazo atrapado
  • Intento por zafarse
  • Conciencia de la gravedad del problema
  • Repaso de la situación
  • Inventario de recursos disponibles
  • Generación de hipótesis
  • Intentos por rebajar o desplazar la roca
  • Aceptación de la imposibilidad de liberar el brazo
  • Agotamiento físico y de la reserva de líquido
  • Desmayo inminente
  • Evaluación y aceptación de que el brazo estaba perdido
  • Lucha contra el tiempo
  • Decisión crucial: sacrificar el brazo necrosado a cambio de salvar la vida.
  • Cirugía de campaña (corte de músculos y tendones; torniquete y vendaje).
  • Libertad (de si mismo)
  • Salvación

Me cuesta trabajo imaginar un mejor ejemplo de adaptación al cambio, gestión de crisis y resolución constructiva de un conflicto.

La teoría del manejo de conflicto dice: “cede en lo accesorio para ganar en lo principal”

Cerrando las metáforas: soltar el barco y el brazo no siempre es fácil; sin embargo difícilmente podríamos argumentar en contra del abandono.

Llega un momento en que debemos aceptar que para lograr el objetivo debemos sacrificar intereses, afectos, apegos, recursos, inercias, comodidad, patrones de conducta, hábitos, paradigmas y muchos otros elementos que nos atan y nos demandan esfuerzos estériles.

Son los momentos que nos llevan a preguntarnos qué es lo verdaderamente esencial, lo verdaderamente valioso y crucial; ¿Qué rescataríamos del incendio de la casa?

¿Qué es lo que haremos después del tsunami que estamos viviendo?

Los RETOS que nos ha regalado esta crisis podríamos resumirlos en 3 preguntas:

  1. ¿CUAL ES LA ESENCIA Y RAZÓN DE SER DE MI EMPRESA?
  2. ¿QUÉ ELEMENTOS DEBEREMOS SOLTAR?
  3. ¿QUÉ VAMOS A HACER DIFERENTE?

El primero está en el ámbito de la Filosofía

El segundo en el de las emociones y afectos

Y el tercero en el hacer y el compromiso.

 

Si todos nos enfocamos en responderlas desde la humildad, la autenticidad, y el compromiso con la excelencia, tendremos empresas y ejecutivos enfocados, responsables, más respetuosos, livianos e innovadores.

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