3 señales de que es momento de hacer un cambio en la organización.
(Gestión del Cambio y Manejo de conflictos)
“Tú no describes el mundo en que vives… vives en el mundo que describes”
Nos revela Rafael Echeverría, cuando habla del poder de la palabra del lenguaje; de su poder para generar y modificar la “realidad”.
¿Será que hoy, en medio de este pandemonium, la gente común, el empresario, el profesional de la salud, los niños, el funcionario público, describen al mundo de la misma manera que lo hacían hace escasamente dos meses?.
En otras palabras, el mundo es a nuestra imagen, percepción e imaginación; lo construimos y lo explicamos a partir de nuestra historia, nuestras ideas, nuestros paradigmas, deseos, necesidades, emociones e intereses.
Cuando el mundo se detiene abruptamente, sin previo aviso; todo lo que hasta ayer era normal, previsible, correcto, e incuestionable, se pone en tela de juicio.
De súbito las actividades más ordinarias como salir a la calle, tomar el transporte público, trasladarme a mi trabajo, saludar repartiendo besos, abrazos y estrechando manos, ponernos al día con los colegas, emprender una jornada salpicada de conversaciones, reuniones o el concierto de herramientas y líneas de producción , construcción de proyectos, negociaciones, comidas con amigos, abrazar a mi mujer y a mis hijos…………………… quedó proscrito,satanizado, prohibido.
Un ente microscópico, con una increíble capacidad de viajar, reproducirse, incubarse e inmiscuirse en los más recónditos rincones de la tierra, cambió todo; nos impuso distancia interpersonal obligada, sembró desconfianza y miedo; transformó a los otros en agentes transmisores y de contagio, nos parapetó detrás de máscaras que a su vez borraron las sonrisas y la mitad de la expresión facial, mediante lo cual la distancia se volvió más larga y profunda.
Cambió radicalmente nuestra mirada del mundo y del significado de las cosas; ¿acaso podremos retomar la vida como si nada hubiera pasado?
A mi juicio ya nada será igual.
En algún lado de mis distintos cerebros, se ha anidado el miedo, la incertidumbre, la sospecha, mis juicios sobre el mundo, los políticos, la comunidad científica las políticas de salud y seguridad social; sobre el equilibrio en la comunidad, la justicia distributiva y la restaurativa, sobre mi papel y mi destino; todo esto ha cambiado; mis viejas creencias quedaron maltrechas y ya no alcanzan a explicarme casi nada.
Solo sé que algo cambió, en mi, en ti, en el mundo.
Lo que toca ahora es reinventarnos, tanto individuos, como organizaciones.
Cada uno de nosotros, desde nuestras trincheras deberemos tomar en cuenta lo que sucedió; tal vez nunca lo comprendamos, pero estamos obligados a recomenzar sobre bases diferentes.
Los nuevos cimientos deberán entreverar vigas de soporte como el Respeto, la Tolerancia y la Empatía.
El diseño de las nuevas estructuras habrán de integrar equilibrio, justicia y transparencia, así como miradas y propósitos múltiples de largo alcance.
Los materiales deberán ser sólidos, ligeros y flexibles, que no se corroan ni se corrompan por intereses personales, egoísmos y avaricia de poder.
En suma cada entidad e individuo deberemos plantearnos preguntas como:
¿Tengo algo de responsabilidad en lo que pasó?
¿Hice todo lo que estaba en mi mano para minimizar el impacto?
¿Ayudé a alguien?
¿Aprendí algo?
¿Qué haré diferente a partir de ahora?
¿Cómo hubiera podido contribuir de mejor manera?
¿Mi empresa debe cambiar en algo sus metas, sus procesos, su trato con la gente, su manera de impactar al mundo, su razón de ser?
¿Hay algo que dejaré de hacer?
¿Qué cambios adoptaremos para que yo y mi equipo podamos sentirnos orgullosos de todo lo que hacemos?
¿Qué nos falta para ser la mejor versión posible del equipo?
¿Todos tuvieron oportunidad de expresarse y fueron tomados en cuenta?
¿Somos hoy una mejor empresa?
