El Decálogo de la Montaña

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El “Decálogo de la Montaña” es un conjunto de reglas y principios no escritos, que se aplican en la práctica de todos los deportes extremos.

 
Conforman un marco de seguridad, y garantizan que todos los participantes se encuentren en la misma sintonía.
No hay agendas ocultas.
No hay engaños .
El Código se activa desde el primer momento en que el practicante decide participar en la comunidad y rige tanto durante la práctica, como antes y después.
Se vuelve una forma de vida.
 
El espíritu del Decálogo es reconocer que todos los practicantes están dispuestos a salir de la zona de confort, que están prestos a arriesgar, incluso su propia vida, en la búsqueda de emociones, experiencias, retos, preguntas, respuestas, sueños, que los llevarán a descubrir su propia esencia y los alcances de su verdadero potencial tanto físico como emocional.
 
En este espacio, se fragua una fraternidad entre los practicantes; cada uno sabe lo que arriesga el otro; todos saben que cada detalle es importante, que un error o un descuido puede costar la vida.
Es ahí donde la mirada cambia; el tipo de conexión que se establece entre montañistas, buzos, pilotos de ala delta o parapente es profundo, automático, no negociable, incondicional. 
El practicante se ve a sí mismo en el otro; se anticipa al error, le presta al colega sus ojos, su experiencia, su intuición, no permite imprudencias ni irresponsabilidades; cuida y se sabe cuidado. “LO QUE TE AFECTA A TI…. ME AFECTA A MI”.
 
Es la Montaña, el cielo, el mar, es la grieta, la cueva o el río subterráneo el tablero de juego que une a los practicantes; todos son uno, todos son hermanos ante el reto, la incertidumbre, el miedo, el hambre de superación, de vencerse a sí mismos, a los gritos de imposibilidad.
 
Nada excita más al deportista extremo que la frase: “eso es imposible” o “eso nadie lo ha intentado”.
Para él, ese tipo de expresiones se tornan en imperativos y en más preguntas.
 
Imposible significa solamente que nadie aún ha encontrado el camino.
Es un juego que nunca se acaba.
 
Si logré X, ¿qué me falta para lograr Y?
Es un camino de disfrute intenso, casi indescriptible y de superación constante. 
No hay límites; no se trata de vencer  ni de ser mejor que nadie; la regla es compartir, cuidarse unos a otros, descubrir, llegar juntos y sobre todo construir nuevos caminos que te lleven más alto, más lejos, más profundo.
 
Campo Krasiba nace para llevar este Decálogo al mundo de las empresas y las organizaciones, a través de la Capacitación Vivencial.
 
Buscamos construir un mundo distinto en el que nos veamos en el otro y nada nos sea ajeno.
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